CODIGO DE FE

Aquella mañana era fría, de esos fríos que calan hasta las huesos. Las batallas anteriores habían sido desastrosas Smith empezaba a olvidar cuántos compañeros del cuartel ya no vería mas. El Capitán Cartier tenía fama de estratega y desalmado pero las fuerzas contrincantes lo superaban en número, la derrota era inminente.

Smith no había podido descansar un día anterior, como si estuviera frente a una pantalla, recordó su vida. Siendo niño, su padre, un hombre alto, fuerte y de gran fortaleza espiritual lo había preparado para resistir. Resistir el clima, el hambre, los trabajos fuertes, pero sobre todas las cosas resistir ante el enemigo. “La fuerza del espíritu deshabilitará al más enfermo de los enemigos” le decía con frecuencia.

¿Enemigos, yo? Se preguntaba Smith a su corta edad de adolescente. Como voy a tener enemigos  en este pueblo, dónde todos nos conocemos, nos apoyamos y solo recibimos muestras de cariño.  Tengo grandes amigos con los que comparto mis juegos en el campo. Y nuestros padres, trabajan conjuntamente para mejorar nuestro entorno.

No sabía la razón por la cual su Padre hablaba de enemigos. Pero si lo escuchaba con atención. “El espíritu se fortalece con la fe y con las actitudes consecuentes a  esta fe” Ni en el peor momento de tu vida olvides esto Smith. Porque vendrán momentos muy difíciles para ti.

¿Qué sabría su padre?, ¿Acaso era profeta?, Sabía algo que él no? Llegó su juventud y el Estado lo mandó llamar, debía presentarse ante las fuerzas básicas para defender a su país del enemigo extranjero. Y ahí  conoció a su enemigo mas grande.

El Capitán Cartier, era un hombre mayor que él, pero apenas 5 o 6 años. Lo había llevado al puesto su dureza y crueldad para dirigir al batallón. Su rostro dibujaba su egoísmo e insensibilidad ante las necesidades ajenas.

Smith recordó aquella noche cuando le avisaron que su madre estaba muy enferma y el solicitó permiso para ir a verla. El Capitán Cartier le había negado el permiso. “Para usted su madre murió en el momento que entro al Ejercito” – le dijo con una sonrisa cruel en los labios. Así que deje esas niñerías y vaya al campo de entrenamiento. Smith nunca volvió a saber de   su familia, después de aquel día.

También recordó el momento en  que la comida no le hizo bien. Estaba prendido en temperatura y no quería separarse de las letrinas. Llegó el Capitán y preguntó por él. Como si sintiera placer  por el dolor lo mandó a una misión especial tras ridiculizarlo con sus compañeros. Pero para Smith, “la fortaleza del espíritu”, era mágico y lo levantaba con mayor seguridad, después de cada momento de frustración.

La infinidad de recuerdos se apilaron en su cerebro, uno tras otro.  Como para envenenar su alma y llenarlo de coraje. Habían sido tantas humillaciones, tantos malos momentos junto al Capitán Cartier. Pero cada suceso, recordaba las palabras de su Padre. “Se consecuente con tu fe y tu espíritu se fortalecerá, el enemigo no podrá con eso”. En el silencio de la noche una pequeña lagrima rodó por sus mejillas ¿Enemigos yo, se volvió a preguntar? Con gran premura volteó para todos lados, nadie debía notar ese momento de “debilidad”. Se dijo para si mismo he hizo en silencio aquella mágica oración que su madre le había enseñado de niño y que todas las noches antes de dormir el hacía con los ojos cerrados. ¿Qué será de aquel pueblo hermoso? ¿Qué será de su gente y mis padres?

Lo que no sabía Smith, eran las reacciones que habían provocado en el Capitán Cartier sus actitudes de fe. Cada momento  que había sido vilipendiado, ultrajado por el Capitán, éste había tenido un problema mayor al provocado. Por esa razón, El Capitán se había enseñado con él.

Con estos pensamientos, la noche pasó sus horas con gran rapidez. El amanecer era frío, la neblina espesa, no se podría ver a un metro de distancia.  La alarma sonó. Todos se levantaron a luchar contra el enemigo, el cansancio se notaba en los rostros de los soldados pero había que actuar rápido. Pero ya era tarde, el enemigo extranjero los eliminaba uno tras otro con gran facilidad.

Smith tomo sus armas y corrió al campamento del Capitán. Oyó ordenes y gritos del lenguaje extranjero. Cambió el rumbo y decidió llegar por la parte trasera.  La lámpara interna permitía ver lo que estaba sucediendo en el interior.  El Capitán Cartier estaba de rodillas con los brazos en la nuca y el enemigo le gritaba. Cartier suplicaba que no lo mataran, que les diría el plan estratégico y lloraba. Parecía que ninguno de los presentes entendía lo que decía el otro.

Smith quedó sorprendido. ¿Dónde estaba aquel hombre inhumano, que no sentía dolor ante la muerte?  ¿Dónde estaba aquel hombre que tantas veces dijo: “Un soldado no tiene sentimientos” porque no podrá defender a su país? Ahí estaba hoy, suplicando por su vida y traicionando a su país. ¡Traicionándose! así mismo.

Para Smith era la oportunidad de su vida. Tenía en sus manos al enemigo de su país y  a su propio enemigo. Con una ráfaga de su arma eliminaría todo en un instante. Pero estaba ahí su Capitán, el representante de su país.

El instante de la decisión fue eterno. Smith aspiró profundamente y al soltar el aire dio unos pasos sigilosamente. El campamento había sido invadido por el enemigo, pero él estaba solo frente a la campiña del Capitán, algunos cuerpos de sus compañeros estaban tirados en el piso totalmente inertes, entró rápidamente y soltó la ráfaga metálica en los cuerpos de los enemigos.

El Capitán estaba petrificado en medio de la casa de  campaña.  Levantó la vista y quedó sorprendido al ver el rostro de Smith. ¿Tu? –Preguntó Cartier. ¿Capitán, está bien? Fue la respuesta de Smith.  ¡Perdóname!  Susurró Cartier, ¡Perdóname! Y se abrazó los pies de Smith. Consiente de todo el daño que le había hecho.

¡Capitán! Somos los únicos que quedamos en esta batalla. Vamos Capitán, huyamos de aquí. Ambos salieron por la parte de atrás de la casa y se perdieron en la espesa neblina.  Smith solo recordaba a su padre: “La fortaleza del espíritu te salvará del enemigo” El código deshabilitación es una actitud consecuente de tu fe”.

El Capitán Cartier descontrolado por lo sucedido, no tenía fuerza para retomar su posición intransigente. Cómo una película veía su vida, mientras caminaba y reflexionaba sobre el daño que se había hecho así mismo.

Un comentario el “CODIGO DE FE

Deja un comentario